martes, 10 de diciembre de 2013

Paradigmas de la vejez



Durante siglos la mayoría de las sociedades han mantenido una visión de vida para la vejez: el paradigma de la desvinculación, el cual consiste en creer que los viejos, por el solo hecho de haber acumulado muchos años de vida, se han vuelto incapaces y por lo tanto deben retirarse de las actividades para dar paso a las generaciones más jóvenes.
Se ha considerado como “normal” que las personas envejecidas se desvinculen de las actividades  intelectuales, educativas, creativas o productivas. Se ha creído que los viejos han cumplido  y ahora les toca descansar. La jubilación se convirtió en muchos casos en etapa de retiro y deterioro.
La imagen que más ejemplifica esta concepción es el “asilo de ancianos”, una suerte de almacén de asistencia, donde los viejos son depositados para esperar pasivamente la muerte.
En las últimas décadas el concepto de vejez ha cambiado poco a poco hacia un nuevo paradigma social de la vejez, el del envejecimiento activo.
El envejecimiento activo, concibe la vejez como una etapa en que la persona puede mantener un alto grado de actividad. Surge en contraposición al concepto de desvinculación. Se basa en algunas actividades  adecuadas para prevenir las patologías más recurrentes en los viejos.
Se trata de un nuevo paradigma estrechamente vinculado a las políticas de salud impulsadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La secretaría de Salud de México también ha adoptado este criterio. Este considera que el adulto mayor debe mantenerse en actividad, superar el sedentarismo, integrarse a la vida social e incluso desarrollar actividades remuneradas, porque esto es indispensable para mantener su salud, su equilibrio psicológico, su bienestar y su felicidad.
El envejecimiento activo ha representado un avance en relación al paradigma de la desvinculación, pero la gerontología crítica plantea una nueva visión: El paradigma del envejecimiento productivo que parte del adulto mayor como sujeto personal y colectivo.
Se trata de incorporar acciones con sentido, donde el adulto mayor produce el sentido, se produce a si mismo y produce  sociedad que, al mismo tiempo, lo produce a él. (Gonzalo Ojeda Urzúa).
Lejos  de encerrarlo en un activismo egocéntrico, el sentido de la producción social lo lleva a compartir con otros. Este nuevo paradigma tiene, por tanto, la ventaja de exigir una dimensión intergeneracional solidaria.
Este nuevo concepto apuesta a la voluntad creadora de la persona, a su desarrollo como protagonista y no puede imponerse a todas las personas.
Así, en este momento ya vemos la coexistencia de estos tres paradigmas.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ejercicio, longevidad, vida y muerte



La forma de vivir la vejez está cambiando, al menos para quienes, convencidos, están practicando hábitos saludables. Siempre se ha reconocido y asociado el ejercicio físico con la buena salud (recordemos a los griegos), en estos tiempos en que la vida se alarga como nunca antes, el ejercicio físico no solo se asocia a la buena salud sino a tener una buena calidad de vida durante la vejez y es un factor añadido para vivir más años.
Cada vez más nos enteramos de proezas deportivas de “ancianos” por todo el mundo, hace unos semanas una sexagenaria estadounidense cruzó a nado desde Cuba hasta Florida, una mexicana de ochenta años escalando montañas, un japonés y un hindú, de la misma edad, compiten por ser el primero con más edad en llegar a la cima del Everest, una alemana de casi noventa aún se sube a las barras paralelas para practicar gimnasia, los casos más sorprendentes son Fauja Singh y Robert Marchand, que a los cien años recorren grandes distancias, uno corriendo otro montado en su bicicleta.
Hace unos días nos enteramos de una historia admirable de ejercicio físico y longevidad, al que se añade otro matiz: la vida y la muerte.
Joy Johnson, una mujer estadounidense que nació en 1927, dedicó su vida profesional a la educación física, al jubilarse empezó su carrera de corredora de fondo, su primer maratón lo corrió a los 60 años y no dejó de hacerlo cada año. Es también una pionera de las categorías “masters” y “seniors”, con ella y otros como ella se han venido abriendo las categorías de mayores de 60 años (de 70 a 79, de 80 a 89) en los grandes maratones y competencias de renombre. Este es el caso del Maratón de Nueva York que este año reunió a 31 personas mayores de 80 años, Joy Johnson corrió este maratón 25 veces, desde su primer incursión y hasta los 86 años, el 4 de noviembre lo corrió con tiempo de 7 horas 57 minutos: un día después murió.
Vivió para el deporte, enseñó a muchos jóvenes, vivió para correr y su deseo y objetivo era morir corriendo, lo logró; a sus compañeros de entrenamiento les había dicho “si llegó a sufrir un colapso en la pista, no llamen al 911, no quiero que me revivan, esperen media hora o quizá 45 minutos y después llamen a la funeraria, así quiero morir”.
Cada año, a la mañana siguiente del maratón neoyorquino asistía a un popular programa matutino de TV, está  vez no fue la excepción: la entrevistaron, al regresar a su hotel tomó una siesta de la que no despertó más.
Su vida tomó sentido a través del deporte, vivió plenamente el potencial de su cuerpo sobre las pistas y las carreteras, la enfermedad no fue invitada a su acto final, murió sana, fuerte, plena y contenta: no solo la vejez está cambiando, la vida está en constante cambio y al parecer también la forma de morir se puede cambiar.

miércoles, 2 de octubre de 2013

1o. de Octubre



Poco a poco el día 1o de Octubre va teniendo resonancia como el Día Internacional de las Personas Adultas Mayores, a poco más de 20 años de haberse instituido, con el auspicio de la ONU, es ya una fecha que gana espacios en  los medios de comunicación, en los discursos oficiales y en eventos académicos. Es una fecha propicia para presentar estudios, publicaciones y hablar de políticas públicas; en México se han presentado los resultados de la segunda fase del Estudio Nacional de Salud y Envejecimiento en México, ENASEM II, estudio longitudinal que inició en 2001, financiado  por los Institutos de Salud de Estados Unidos a través de la Universidad de Texas;  en esta etapa participaron por México los Institutos Nacionales de: Salud Pública (INSP), de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), de Geriatría (INGer); además de las Universidades de Wisconsin, de Pennsylvania y la de Texas Medical Branch. Llama la atención que no participen investigadores de universidades nacionales.
También se han dado a conocer por parte del INEGI las “Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Personas de Edad, 2013”, con resultados que nos han dejado honda preocupación y confirman lo que ya hemos mencionado en otros artículos: No existen aún en México políticas públicas para las personas adultas mayores, no pasamos de operar algunos programas, pocos a nivel nacional, algunos más a nivel local, pero todos inconexos y parciales.
Esto a dado como resultado el vergonzoso lugar 56, a nivel mundial, en que México a sido colocado en el “Primer Índice Global de Envejecimiento”, publicado también este primero de octubre por la Organización HelpAge Internacional y financiado por la ONU, donde se han estudiado cuatro indicadores que miden la calidad de vida y el bienestar de las personas adultas mayores en 91 países.
En el rubro seguridad de ingresos México se desplomó al lugar 70, en estado de salud obtiene su mejor posición en el lugar 31, en empleo y educación ocupa el lugar  58, y en entornos adecuados queda en el lugar 51.
En la tabla general nos han superado Chile (19), Uruguay (23), Argentina (26), Costa Rica (28), Panamá (30), Brasil (31), Ecuador (32), Perú (43), Bolivia (46), Colombia (54), Nicaragua(55); Cuba, extrañamente, no fue tomada en cuenta en este estudio, que sin duda habría ocupado también un lugar por delante de México.  Triste realidad.

lunes, 19 de agosto de 2013

Imagen Social de la Vejez III

    Percepciones sociales 


Vivimos una etapa de transiciones: en lo demográfico se engrosan los grupos de aquellos con mayor edad y disminuyen los de menor edad; una transición epidemiológica en donde desde hace varios años se observa una disminución en la incidencia de enfermedades infectocontagiosas y por otra parte aumentan las crónico degenerativas; pero también vemos una fuerte transición cultural y de valores en donde la revolución tecnológica juega un papel vital. En este momento, que llamo Transición Cultural, la incidencia de los viejos, aunque con un rol no muy consciente, también juegan un papel  relevante a favor de una sociedad que contradictoriamente los margina y los admira.
Esta sociedad, de la que  viejos y viejas forman parte al igual que los que pronto también lo seremos, se debate entre grandes problemas filosóficos y éticos, por supuesto, también morales: “que al interior de las iglesias existe el abuso y la pederastia”, “que se permita la unión legal entre personas del mismo sexo”, “que si se legalizan las drogas”, o “si permite a las personas decidir en que momento quieran morir”. Entre otros dilemas.
En medio de estos debates, también aparece el tema del envejecimiento y la longevidad, una larga vida, sobre todo sus costos económicos, su manutención, sus cuidados, sus derechos.
En esta transición, la imagen social que los viejos logren proyectar a las generaciones más jóvenes, y la percepción que estos tengan, será decisiva para el futuro precisamente de los  jóvenes, acerca de su forma de vivir y entender la vejez; hoy persiste una relación viejo-joven de rechazo e incomprensión, pero a la vez de admiración mutua; rechazamos la idea de envejecer, de ser achacoso, intransigente o incapacitado, pero a la vez admiramos a aquellos viej@s que nos muestran nuevas formas de ser viejo, solo recuerda a “Chayito”, nonagenaria corredora mexicana,  o la italiana (Premio Nobel) Rita Levy Montalcini,  científica centenaria, o el inefable Mick Jagger a sus 70 años, solo por citar tres ejemplos que causan admiración. De esa nueva percepción social de los viej@s depende en mucho la forma en que nosotros y los más jóvenes entendamos y aceptemos el envejecimiento como un proceso natural y a la vejez como la gran meta de la vida.

viernes, 12 de julio de 2013

Imagen Social de la Vejez II



  Roles sociales
Veamos más allá de los años de vida que pudieran aspirar a vivir las personas, y  enfoquémonos en los roles sociales que las personas que viven más años han jugado  en las civilizaciones y en los tiempos. Hubo tiempos en que una persona de 30 años era considerada un anciano.
En los albores de la civilización, cuando la escritura estaba en ciernes, la trasmisión oral de los conocimientos seguramente iba cayendo en los más viejos; durante mucho tiempo los pueblos fueron construyendo las culturas en base a la memoria colectiva que atesoraban los ancianos, este papel les daba protagonismo y poder, no es difícil suponer que eran ellos también quienes regían los cultos y tomaban las decisiones más importantes.
Se tienen indicios de que algunas culturas o naciones fueron guiadas o en cierta forma gobernadas por grupos de ancianos notables, son varias las culturas que dan testimonio de estas etapas gerontocráticas, “Gerusia” en Esparta, el “Senado” en Roma, los consejos de viejos en la América prehispánica o en la cultura Hebrea de la época Salomónica.  Sin embargo solo fueron etapas en donde la vejez como grupo social tuvo un rol de influencia; como individuos siempre ha habido personajes legendarios por su edad, incluso se podría aventurar que en cada cultura han existido figuras representativas de venerables ancianos y ancianas.
Hasta no hace mucho tiempo, al menos en lo que respecta a la cultura mexicana, en general el rol de los viejos en sus familias y en sus comunidades, era el de guía “espiritual” o consejeros; una especie de guardianes de los conocimientos empíricos de los pueblos, la lengua, la medicina tradicional (curanderas o chamanes),  de las tradiciones y las costumbres locales (mayordomías).
 Aún hoy en muchos lugares del país, incluso en las ciudades, un gran porcentaje de personas mayores son analfabetas, sus conocimientos  fueron adquiridos por tradición oral de sus propios padres o abuelos,  y son quizás,  los últimos portadores orales de ese conocimiento.
La imagen y el rol social de los viejos en los tiempos actuales, salvo notables excepciones,  sobre todo en zonas urbanas, es el de jubilados, pensionados, pacientes clínicos o televidentes pasivos.                 

miércoles, 12 de junio de 2013

Imagen Social de la Vejez I



    El aumento en la esperanza de vida
Al hacer una revisión histórica de la imagen social de la vejez,  vamos a encontrar una constante: La contradicción.

Los estudios realizados sobre este tema,  nos dan información acerca del promedio de vida que el ser humano ha tenido en sus diferentes etapas históricas, de los roles que llegaron a jugar como viejos, incluso de algunas percepciones sociales sobre los propios viejos.  Solo abordaremos el aumento en el promedio de esperanza de vida y su repercusión en el imaginario social.

Con respecto al promedio de vida, hemos alcanzado como sociedad un avance insospechado; de 30 años  hasta el siglo XVIII d.C., los 50 años del siglo XX, hasta los casi 80 años de principios del siglo XXI, y aumentando. Nunca en toda la historia de la humanidad se había alcanzado este promedio. Por ejemplo, nunca como hoy hubo tantos humanos con más de 100 años de vida, tan solo en México en 2010  vivían más de 18,000 centenarios.(INEGI)

Lo que vemos a lo largo de la historia con respecto a este tema es que, ya bien vivamos 30, 50 o 100 años, siempre deseamos vivir más, desde los albores de la civilización hemos buscado respuesta a la enfermedad, la vejez y la muerte. Desplegamos una batalla continua con el tiempo: Vivir más……...el avance médico, científico y tecnológico han cristalizado los esfuerzos de generaciones, ahora podemos tener una larga vida como una opción y no como una excepción; sin embargo la contradicción social permanece vigente: El culto a la juventud y una imagen estereotipada de la vejez que se ha mantenido desde Aristóteles: "La vejez es en sí misma una enfermedad y una dolencia incurable".

Asociar la vejez con la enfermedad y la decrepitud ha sido la constante de toda nuestra historia. Esto no fue relevante mientras los viejos eran pocos y excepcionales,  pero cuando las estadísticas y proyecciones nos dan cuenta clara del número de viejos vivos hoy y posiblemente en el mañana, este paradigma se vuelve amenazante.

Simplemente no es posible imaginar una sociedad con una cuarta parte de su población enferma y decrepita. 

martes, 7 de mayo de 2013

Suicidio y Vejez



Aún cuesta trabajo hablar de suicidio, no es un tema fácil, se le pueden dar varias lecturas, varios enfoques, pero no deja de ser inquietante. Por una parte porque en México las estadísticas muestran un aumento sostenido del número de casos de intento de suicidio y de suicidio consumado, este último con mayor incidencia en los adultos mayores; por otro lado podemos observar con preocupación que las condiciones socioculturales que favorecen el comportamiento suicida se agravan, tanto en jóvenes que no ven un futuro alentador para sí mismos, como en ancianos que su presente es desolador y sin esperanzas.
Socialmente se ahondan las carencias de apoyo real para los viejos, en particular aquellos que viven con grandes pérdidas físicas, económicas y espirituales; incluso parece que los tejidos familiares que contengan la soledad y el aislamiento se debilitan y diluyen, dando paso a la depresión y a otros factores que aumentan la posibilidad de dejarse morir o quitarse la vida.
Y nuevamente como en otros casos se apela a la familia  y las redes sociales de apoyo para paliar los efectos que una sociedad individualista y materialista tiene sobre ancianos vulnerables, es importante detectar comportamientos y algunos signos de alerta cuando se empiezan a instalar y manifestar pensamientos de muerte en los viejos, algunos de ellos pueden ser el aislamiento, el mutismo, la apatía y los cambios de rol súbitos; y la principal recomendación es entablar comunicación y diálogo, así como tratar de integrar a los viejos en actividades que los hagan sentirse auto realizados y valorados.
El fenómeno del suicidio en ancianos también se relaciona con una idea de haber concluido ciclos, algunas fechas memorables pueden ser el disparador para pensar en la muerte, pero sobre todo el principal motivador es la percepción de ser una carga y un dolor para sí y para los otros. De ahí la importancia de fortalecer la autoimagen y la autoestima.
Sin embargo, al margen del debate bioético, existen casos de situación extrema en que el deseo de morir no tiene una base autodestructiva sino una liberación del dolor y el sufrimiento en favor de la dignidad humana,  precisamente ahí en el deseo de una muerte digna.

miércoles, 24 de abril de 2013

Amor y sexualidad



   Carmen y Jacinto se querían. Un buen día decidieron dejarse de amores platónicos y se fueron a vivir juntos. Por esto se han convertido en el tema de media ciudad. No es para tanto, ¿o sí?: Hace algún tiempo, la directora de la Casa Hogar, recibió la  inesperada visita de dos internos, Carmen y Jacinto. Ella tiene 80 años, y él, solo 75. 
   Se han cansado de permanecer encerrados en espera de la muerte, le comunican que están enamorados y que abandonaran el asilo para vivir juntos. 
   Todos los días se fugan jóvenes con señoritas, muchachos con varones, o damas con otras damas, sin  que nadie se escandalice. En  cambio, basta que una pareja de ancianos declare públicamente su amor para que la sociedad se rasgue las vestiduras, o poco menos.
   A pesar de la famosa liberación de las costumbres, el tema del amor en la vejez  sigue siendo tabú. Se organizan eventos sobre la educación sexual, sobre los derechos de la homosexualidad; pero se corre un púdico velo en lo referente a la sexualidad en los ancianos.
   Se ensalza y lucra con el amor y el erotismo de jóvenes hermosos, y se niega a las personas adultas mayores la posibilidad del placer sexual, aun a sabiendas de que sus cuerpos son capaces todavía de albergar y proveer placer.
   Se considera al anciano como un ser justo sensato,  y asexuado, capaz de superar las pasiones, ….  y que ya no aspira al placer, sino a la sabiduría, como si hubiese antinomia entre ambos conceptos. Por otra parte, a menudo se relaciona la sexualidad con la fuerza, como si el impulso sexual implicase potencias desbordantes.  
   En algunos lugares se sigue pensando que la actividad sexual merma la capacidad  física de las personas mayores, cuando se ha comprobado todo lo contrario: La actividad y practica sexual satisfactoria los provee de beneficios cardiovasculares y emocionales.
   Es preciso seguir luchando contra los prejuicios, y observar que tal vez, bajo el pretexto del liberalismo, nuestra sociedad está sustituyendo la moral tradicional por otra, no menos opresiva y engañosa: La de la  juventud a toda costa, la aparente belleza física y el consumo para lograrlo.