Es importante diferenciar entre los cambios normales asociados al envejecimiento y una patología o trastorno fisiológico.
Pongamos por ejemplo la perdida de agudeza visual, puede ser un cambio asociado al envejecimiento que solo requerirá de un auxiliar óptico para recuperar la funcionalidad, pero habrá de descartarse la posibilidad de que sea producto del desarrollo patológico de un glaucoma, una retinopatía diabética u otro tipo de alteración asociada a una enfermedad, que requerirá, de ser el caso, de una atención especifica.
La consulta médica preventiva y la información son básicas.
Informarse con especialistas y tener un plan de acción con la familia permitirá tomar previsiones para enfrentar una enfermedad.
Cuide la dignidad y respete las decisiones de sus padres, es necesario favorecer la independencia de los viejos. Observar en qué aspectos los padres podrían seguir siendo funcionales y ayudarles, en lo posible, a que mantengan esa autonomía. Algunas veces son los propios familiares los que promueven la dependencia de sus viejos, quizá porque ahora los padres tardan más en hacer ciertas tareas, pero es importante tener empatía con sus capacidades, respetar su propio ritmo y fomentar que mantengan la actividad y la participación.
Tome en cuenta las tres premisas que apoya la OMS para el cuidado de ancianos:
· Promover su dignidad,
· Alentar su participación y
· Velar por su seguridad.
Enfermedad y dependencia
No todas las patologías generan dependencia, sin embargo algunas enfermedades agudas pueden incapacitar temporalmente, y no solo a los viejos; en el caso de las enfermedades crónicas degenerativas, la incapacidad aparece tras un proceso de mala atención y control de la enfermedad, en estos casos la incapacidad y dependencia son permanentes y progresivas.