Varias regiones del planeta ya muestran signos claros del envejecimiento como fenómeno sociodemográfico, son los países industrializados los que han tenido un tasa de envejecimiento mayor, en paralelo son estos países los que han alcanzado los promedios más altos de esperanza de vida al nacer, promedios inéditos en la historia de la humanidad, Japón es el ejemplo más evidente; su esperanza de vida rebasa los 80 años y su población mayor de 65 años ya está por encima del 20%, de igual manera es el país con más personas mayores de 100 años.
Alemania, Italia y Japón son por ahora los primeros países “súper viejos”, más del 20% de su población tiene arriba de 65 años y su promedio de esperanza de vida es mayor a los 80 años
México está en la autopista del envejecimiento poblacional, lo que a países como Japón llevó más de un siglo el proceso del envejecimiento demográfico, a países como el nuestro le ha llevado tan solo 50 años, ya que la proyección para el año 2020 marca que también estaremos con un 20% de la población considerada adulta mayor. Sin embargo es poco probable que alcancemos los mismos promedios de esperanza de vida, de más de 80 años, para esa fecha. Las diferencias de México con respecto a estos países “súper viejos” en términos socio-económicos, socio-políticos y socio-sanitarios son abismales.
Encontraremos sin duda gran variedad de formas de envejecer y de representaciones de la vejez misma, ya hay evidencias de ello. El mosaico de particularidades que cada persona asume para su vejez nos da un gran universo de significaciones e imágenes de el ser viejo en estos tiempos.
Se dice, y con certeza, que envejecer es hoy una decisión y una opción, salvo escasos casos de azar genético, la mayoría de nosotros podrá optar por envejecer de manera óptima, saludable y venturosa o bien podrá decidir para seguir reproduciendo los paradigmas de la patología, la dependencia y la exclusión.
Durante siglos el modelo hegemónico de la vejez fue precisamente el que se asocia a las perdidas y déficits fisiológicos, resultado de un abordaje de la medicina alópata tradicional, que reducía el estado de vejez a una patología, o incluso llegó en un momento histórico a presentar a la vejez como una enfermedad como tal.
Hoy el panorama es otro, los estudios sobre el tema, las evidencias empíricas y científicas, los nuevos abordajes y los muchos ejemplos de viejos rebeldes que se niegan a cumplir su “destino manifiesto”, y nos muestran otros caminos. Otras formas de ser viejos en este nuevo siglo.