martes, 27 de octubre de 2015

Vejez, ciudadanía creativa



El concepto de paradigma aplicado a la etapa de la vejez, se expresa en la mentalidad colectiva; en la forma como la sociedad piensa, percibe y trata a sus viejos; en las políticas sociales del Estado hacia este sector; y en los conceptos que desarrollan las disciplinas científicas acerca de la vejez en cuanto a ciertos productos o bienes culturales.
Si miramos hacia adelante se perfilan nuevos modelos de personas mayores, con más recursos sociales, culturales, educacionales y financieros que protagonizaran una vejez diferente frente a los desafíos que lleva consigo, hoy, la globalización, las nuevas tecnologías, los roles a desempeñarse en una sociedad del conocimiento, entre otros.
El "envejecimiento activo" ha supuesto un paradigma positivo a la hora de afrontar lo que significa para las personas incrementar su esperanza de vida, en unas condiciones globalmente más óptimas de las que dispusieron generaciones anteriores.
El envejecimiento debe ser el inicio de un nuevo proyecto.
La creatividad es un potencial propio de la especie humana. La persona mayor creativa potencia su intuición y mantiene una visión renovada de la vida. El cuerpo envejece, pero no la actividad creadora de la mente y el espíritu.
Si creatividad es la combinación y transformación de elementos, para obtener otros novedosos, las personas mayores tienen un impresionante bagaje para ser creativos.
No se deja de crear al envejecer. Se envejece cuando se deja de crear.
Quizá las personas mayores del mañana serán muy distintas a las actuales, capaces de protagonizar un nuevo perfil de envejecimiento, con más acceso a los sistemas educativos formales y mayor conectividad global; poco a poco se está perfilando y reinventando una cultura del "nuevo envejecimiento".
El siglo XXI pide otro nivel, que permita que las personas mayores se impliquen en la sociedad desde la reflexión, la crítica y la creatividad.

jueves, 13 de agosto de 2015

Vejez y dependencia



Este siglo trae, entre otras cosas relevantes, el índice más alto de longevidad, la sobrevivencia se ha extendido a cifras nunca antes vistas, en nuestro país rebasa la media de 75 años en esperanza de vida.
Algunos estereotipos sobre la vejez, a lo largo del tiempo, se han asociado con la enfermedad, el deterioro y la dependencia, incluso para muchas generaciones  han sido un paradigma inevitable.
Esto me lleva a una ecuación reflexiva: Si vivir más y llegar a ser un viejo longevo, que hoy es una posibilidad muy alta, implica vivir la última etapa de la vida en condiciones de dependencia, la ganancia de este logro no es muy halagüeña para nadie. Ni para el que lo vive, quizá tampoco para quienes lo rodean, ni mucho menos para los gobiernos. Los gobiernos, como el nuestro, están en alarma por los gastos que implica este fenómeno social: muchísimas personas envejecidas, más viejas que nunca, juntas en un mismo momento histórico. Y muchas de ellas, enfermas. Pero también estos gobiernos están paralizados, sin atinar que políticas implementar para atenuar este impacto socio-económico-sanitario.
Los hospitales dan la alarma, por ejemplo, del aumento en la incidencia de la insuficiencia renal y el aumento de personas que requieren diálisis y hemodiálisis, detonadas principalmente por Diabetes e Hipertensión arterial, y otras patologías que degeneran los riñones.
El gasto de atención es altísimo, privado o público.
Esta moneda tiene otra cara?
Sí, sin duda. Pero la ecuación requiere de otros factores, la clave está en el autocuidado y  un estilo de vida que tenga por delante los buenos hábitos, incluidos la actividad y la actitud. Son ya muchísimos los ejemplos, presentes, que nos permiten atisbar en el futuro una longevidad saludable, o al menos una salud bien gestionada, que derriba los estereotipos y los paradigmas de la decrepitud, la patología y la dependencia.
La iniciativa es personal y el compromiso también, al menos mientras los gobiernos logran desperezarse y entender que en la vejez existe riqueza material, experimental y humana.

viernes, 5 de junio de 2015

Embarazo longevo



La noticia corrió veloz, la alemana  Annegret Raunigk, se ganó los titulares con su parto de cuatrillizos, el parto en sí no fue noticia, sino su edad: 65 años. 
En nuestro mundo de la competencia sin sentido, los primeros lugares y los records mundiales, de inmediato a la germana se le otorgó el título de la mujer mas vieja que da a luz cuatrillizos.
Pues sí, se ha creado desde hace algunos años la categoría de las madres más longevas, la primera fue Ma. del Carmen Bousada de Lara (1940-2009) mujer española que alcanzó repercusión mundial al convertirse en la madre más anciana a los 67 años, en diciembre de 2006, poco antes de su muerte fue reemplazada por Rajo Devi Lohan, mujer hindú que en 2008, con 70 años de edad, dio a luz una niña; mantiene esta nominación pero le han surgido ramas al título; otra mujer hindú, Omkari Panwar en el mismo 2008, y también con 70 años (menor por meses) dio a luz un par de bebés, su nominación es: la mujer más vieja en tener gemelos.
Otros casos de maternidad que han generado admiración y discusión son las abuelas-madres sustitutas, mujeres que han prestado su cuerpo para gestar los hijos de sus hijas, cuando estas últimas por alguna razón no tienen capacidad para la reproducción. En 2011, Kristine Casey (EU) de 65 años parió al hijo de su hija Sara; el mismo caso ocurrió en Brasil en 2010, cuando Eunice Guerra, de 60 años, quien  dio a luz a la hija biológica de su hija Talita. Esta situación de madres sustitutas se ha repetido  en varias ocasiones, sobre todo en los Estados Unidos.
Estas decisiones se han enmarcado en dos vertientes de discusión, por un lado quienes dan el acento al cambio de paradigmas sobre la vejez, sobre el rompimiento de los tiempos establecidos biológica, moral y socialmente para protagonizar ciertos roles, el de madre progenitora en este caso.
Por otro lado la discusión cuestiona precisamente la vulnerabilidad y el riesgo a que se someten estas mujeres al tener embarazos de alto riesgo, así como la ética de empresas y médicos dedicados a la inseminación artificial.
Ambas vertientes de discusión se aderezan con tópicos científicos y tintes morales, como poner el énfasis en una supuesta incapacidad de los viejos para educar a un niño o la calidad de vida de este al crecer con personas ancianas.            ¿Tú que piensas?

domingo, 12 de abril de 2015

Las etapas vitales ya no se miden en años



 Las etapas vitales, más flexibles y menos rígidas en este siglo.




 En nuestras sociedades modernas, las fronteras entre vejez, madurez y juventud son cada vez más difusas, existen menos conductas esperables para una edad determinada. Todos los signos son más ambiguos e indefinidos, se pretende y se valora más el recorrido personal que el establecido por los estereotipos de vida clásicos.
El estilo de vida típico de la madurez, la juventud o la vejez, se desdibuja. Los códigos –para vestirse, para consumir cultura, para fijar objetivos– se comparten más allá de las diferencias de edad como no ocurría décadas atrás y como quizá nunca ha sucedido.
Se trata de la época de los ciclos de vida flexibles. El futuro dejó de planificarse como un camino de metas alcanzables en etapas rígidas. Factores como la extensión de la esperanza de vida y el boom del antienvejecimiento (botox, cirugías estéticas, suplementos, etc.), y últimamente el wellness, han favorecido el fenómeno.
Pero esta transformación empezó a intuirse hace varios años. Sorprendía el Síndrome Peter Pan, el de aquellas personas que seguían viviendo como adolescentes en la casa de sus padres.  En las ciudades crecieron los que elegían vivir solos, sin obligarse a formar familia a la edad “prefijada” por la cultura o la tradición familiar. 
Se borran barreras que antes estaban definidas por la edad y, en muchos casos, por prejuicios. Ya no son tan claros como antes los gustos generacionales, Hoy, se puede definir a alguien como joven o viejo en función de su vitalidad y capacidad plástica de innovación y adaptabilidad.
 Algunos abuelos se volvieron cool.  Así, salirse del libreto deja de merecer la crítica social y se transforma en un valor


  Paradójicamente, crece también la tierra fértil para los muy conservadores. En algunos, la ambigüedad puede despertar angustia y exige la necesidad de definiciones claras y sin dudas al equívoco. 
Cuanto más frágil la persona, más certezas inequívocas va a requerir.



viernes, 13 de febrero de 2015

¿Cuando se es viejo?



Eternamente joven. 
Es una de las máximas de la sociedades  modernas, que gracias a la cultura de consumo se convierte en norma. Muchas personas evitan por todos los medios ser etiquetados como adultos, pero lo que subyace en realidad es el miedo a ser viejo.
En Europa se considera a una persona como “adulto mayor”,  cuando cumple los 65 años de vida. Sin embargo estudios del Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados, han propuesto darle una nueva perspectiva a la concepción de la tercera edad.
En los países desarrollados, el imparable aumento de la esperanza de vida esta llevándonos a cambiar de idea con respecto a determinar a una persona como “vieja” a partir de una fecha límite. El estudio citado contrapone un nuevo paradigma: un cálculo centrado en cuánto le queda a uno por vivir.
"La edad puede ser medida como el tiempo ya vivido o puede ser ajustado teniendo en cuenta el tiempo de vida que nos queda. Si dejamos de considerar a una persona como vieja sólo por haber llegado a los 65 años, sino que se tiene en cuenta el tiempo que le queda, entonces el aumento de la esperanza de vida comporta que se envejece más tarde"   Sergei Scherbov y  Warren Sanderson. U. Stony Brook.
Lo que hasta hoy nosotros consideramos como vejez esta, y seguirá, cambiando en el tiempo,  a medida que la gente viva vidas más largas y saludables. Así, los 60 años de hoy, prácticamente se han convertido en la edad mediana. Cuando que apenas hace 200 años, un ser humano de 60 años habría sido considerado como una persona muy vieja.
En el estudio del IIASA, los investigadores compararon la proporción de la población que se clasifica como "vieja" con la medida convencional que marca los 60 años como punto de inicio, y la proporción que asume esta condición con una nueva medida de la edad, la que le proyecta el promedio de esperanza de vida.
La conclusiones arrojan que las personas empiezan a considerarse viejas unos 15 años antes de que llegue a la edad media de esperanza de vida. Teniendo en cuenta la esperanza de vida en Europa, de casi 90 años, se podría considerar la vejez alrededor de los 75 años.