Puede decirse que cada persona construye su propia vejez a partir de la
forma como su genoma interactúa con el ambiente a lo largo de toda su vida”
Antrop. Luis Alberto Vargas
El proceso de envejecimiento
conlleva un conjunto de cambios y desafíos que retardan la adaptación. Cada
persona experimenta este proceso de forma diversa e individual.
Las actitudes y comportamientos que
malogran un proceso de envejecimiento
enriquecedor y exitoso tiene un común denominador: la no aceptación del proceso
mismo.
Lo importante es aceptar con
realismo la nueva situación adoptando una postura abierta, positiva y flexible
ante esta etapa, última del ciclo vital, e intentar vivirla exitosamente como
su plena culminación.
Para esto se requiere, entre otras
cosas, obtener el equilibrio de la salud humana, reaprender a vernos como seres
integrales que interactuamos en varias esferas de la vida.
Esfera física: la salud bio-física que implica
mantener nuestros sistemas orgánicos activos y funcionales y, de ser posible, libres de patologías,
preservar las capacidades homeostáticas, respiratorias, digestivas,
circulatorias, inmunológicas, motrices y perceptivas.
Esfera mental: la salud del pensamiento y las
capacidades cognitivas, tan importante es mover el cuerpo como la mente para
preservar la autonomía y la funcionalidad. El aprendizaje como premisa.
Esfera psicológica: la salud de las emociones, el
manejo de las situaciones estresantes y la correcta gestión de los recursos
emocionales.
Esfera social: la salud de las relaciones
sociales, la riqueza y diversidad en los contactos personales, la calidad de
las redes de apoyo, y la salud y aprecio de las relaciones familiares.
Esfera espiritual: la salud de la vida interior, basada en la
relación personal con los conceptos del sentido de la vida, la fe, el amor, la vida y la muerte.
Rodolfo Jiménez Beltrán