“Siempre
hay más personas afectadas por la muerte, que personas que mueren”
El duelo
La palabra proviene
del latín: Dolus, que significa dolor,
pena o aflicción; es la demostración que se hace para manifestar el sentimiento
que se vive por la muerte o por la pérdida de alguien.
Desde la teoría
Tanatológica, el duelo es un proceso, y no un estado, por el que pasa una
persona. Es el proceso que cada ser
humano experimenta de forma única en intensidades que varían según la edad, el
género, el vínculo afectivo, la inteligencia emocional, la fe o la cultura.
Es un proceso activo
lleno de posibilidades. Ante el dolor nuestra vida no acaba, se transforma.
El duelo puede
afrontarse ante la inminencia de la muerte (duelo anticipatorio) o la muerte
misma (duelo posterior).
Durante el proceso del duelo
Se busca como objetivo
dar expresión a los sentimientos y a las emociones que se viven, identificarlas
y comprenderlas, para así aceptar el proceso mismo y encontrar cauces
apropiados de canalización e integración.
Este proceso conlleva
la aceptación y la adaptación a una existencia sin el ser querido.
Otro fin, es la
inversión en energía emocional para mantener las relaciones afectivas y
generar nuevas relaciones
interpersonales.
Al final del Duelo
Lo ideal es recuperarse
de la manera más saludable en el menor tiempo posible, y alcanzar en ese tiempo
el equilibrio emocional.
El duelo finaliza cuando la persona es capaz de hablar o
pensar en su perdida sin manifestaciones físicas, como llanto inconsolable o
alteraciones del sueño, y cuando se generan afectos en nuevas relaciones;
aceptando y comprometiéndose con los retos y el interés por la vida